Felipe tiene razón

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Para poder avanzar, necesariamente debemos hacer caso a Felipe

lunes, 24 de agosto de 2009

Una de cal y otra de arena.

Beatriz Sarlo es conocida por sus ensayos y su crítica literaria. Le sugiero que lean lo que piensa respecto de la enseñanza de la literatura en la escuela y escriban un comentario adhiriendo o refutando su pensamiento.

3 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo con la propuesta de Beatriz Sarlo ya que me parece importante la revalorización que construye del espacio escuela en donde le asigna un valor fundamental para que los adolescentes puedan incorporar saberes diversos que le permitan reflexionar y conocer multiplicidad de puntos de vistas.

    Con respecto al análisis de la elección que realizó una docente sobre la obra literaria "un guapo del novecientos" de Samuel Eichelbaum lo que propone Sarlo es indagar sobre los criterios de selección manifestando que al no ser esa una obra con lo misma temporalidad invita y permite irrumpir con su espacio de vida cotidiano.

    Además deja en claro que en toda institución hay decisiones que deben ser tomadas por los docentes por ejemplo la confección del programa que no tiene por que agradarles y no deben ser consultados a los alumnos.

    Me parece sumamente importante su propuesta ya que me permitió reflexionar sobre el lugar y el rol de las escuelas y su papel en la transmisión y adquisición de diversos saberes.
    Proponerles textos que no sean elegidos por ellos mismos habilita a encontrar nuevos puntos de vistas y lograr abstracciones con otras épocas, para poder crear nuevos conocimientos.

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  2. Respecto de lo que Sarlo dice en este artículo sería erróneo refutar su pensamiento. Me parece importante el hecho de presentar a los alumnos un clásico de la literatura con el fin de romper con el mundo cotidiano de los adolescentes, de los que nos quejamos continuamente por su cultura superficial, sus escasos conocimientos y malas actitudes. A través de un clásico del canon se pueden brindar nuevas experiencias, como aclara Sarlo, y los alumnos percibir otros mundos, no necesariamente al que están acostumbrados y del que muchas veces quisieran huir. Un mundo que lo enriquecerá, le brindará otros saberes mucho más interesantes y útiles de los que cotidianamente escuchan o acceden en otros ámbitos. Para la autora la escuela es el ámbito esencial para presentarles un texto que les resulte extraño y hasta incomprensible para lograr con esfuerzo nuevos pensamientos en ellos y no necesariamente textos literarios que perfeccionen lo que ya saben. Estos textos generalmente pertenecen a la literatura infanto-juvenil, recientemente consolidada y que hay que tener en cuenta la calidad de los textos que es desigual.

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  3. Sostengo que el criterio a adoptar a la hora de enseñar literatura tiene que ver con considerarla como un fin en sí mismo. Es decir, entender a la lectura como una fuente de enriquecimiento personal y en efecto, abordarla desde su valor estético-formativo.
    Coincido también con ello de que el tradicional corpus de obras clásicas no consiguen fomentar el hábito lector en los alumnos de secundaria. Por ello, frente a esta dificultad, hoy muy presente en las aulas, creo que la selección de los libros debería responder a la competencia lectora da cada nivel, atendiendo siempre, a la formación de un pensamiento crítico. Asimismo, resulta pertinente desarrollar actividades después de cada lectura con el fin de conocer el nivel de comprensión lectora. Apoyo lo dicho por Daniel Cassany, los docentes deberían seleccionar e incluir en su currícula “libros anzuelos” para cazar lectores.
    Por otra parte, el texto de Beatriz Sarlo me hizo reflexionar bastante. Ella dice algo así como que la escuela debe ser un lugar donde la cultura cotidiana, de algún modo se interrumpa para que pueda entrar otra cultura, otros saberes y actitudes. Plantea a la escuela como un lugar que no replica la realidad, sino que intenta construir una experiencia diferente. En este sentido, considero que con la literatura juvenil pasa algo similar. En este caso, los libros deberían interrumpir los saberes del sentido común y producir nuevas ideas, diferentes a las proporcionadas por el contexto. Al respecto, dice Graciela Montes, que la literatura sirve, pero más sirven las ideas. Deduzco entonces que la literatura sirve en tanto aporte ideas, en tanto libere...
    Por último quiero recordar algo de Graciela Montes, que vimos semanas atrás en el espacio de definición institucional. Quiero destacar el trabajo de la autora por tratar de des-soldar la popular frase "el placer de leer". Coincido con eso de que adentrarse al mundo literario supone esfuerzo, rigor, disciplina, trabajo y por ende, displacer.
    Montes propone un placer con desafíos en contraposición a la literatura de almohadón y "precisamente porque no es fácil, el convertirse en lector resulta una conquista".

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